Desde el Santuario de Tucumán, se recuerdan al P. Hernán Alessandri, P. Horacio Sosa y la Hna. Margarita

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TUCUMÁN. Silvia Losada. Caía la tarde en el Santuario de la Mater, el 23 de diciembre, víspera de Navidad. Había terminado la Santa Misa, cuando el Padre Martín Aversano les invitó a todos a dirigirse en peregrinación desde el Sala de uso multiple hacia el Santuario, portando el Santísimo Sacramento y luego hasta la Cruz de la Unidad, para recordar allí a las nuevas luces en el Schoenstatt eterno.

Cuánta congoja y a la vez cuánta confianza de que nos sonríen desde el cielo!

Se hizo una semblanza de cada uno de los muertos queridos, muertos para el mundo, pero gozando de la eternidad de Dios.

El Padre Hernán, conocido por pocos de los hermanos tucumanos, pero recordado por su sabiduría, aporte a la Iglesia y generosidad a favor de los más necesitados.

Del jardín de la República al Jardín de María

La Hna. Margarita, tucumana perteneciente a la JF, que eligió consagrarse a Dios y su entrega fue total. Siguieron su breve enfermedad con mucha oración y capital de gracias, pidiendo el milagro de su recuperación, por intercesión del P. Kentenich. Pero la volunta de Dios fue otra.

La Hna. María Pilar Carrère, escribió en un párrafo de su recuerdo de ella:

«En el año 2000, Juan Pablo II, ya anciano y débil, pero con la fuerza contundente de su testimonio, instaba a los jóvenes a no tener miedo de ser los santos del nuevo milenio. La Hna. M. Margarita, que en ese año se consagró a Dios, no tuvo miedo de responder a ese llamado, no tuvo miedo de vivir santamente y de morir santamente. Lo hizo sin grandes actos extraordinarios, sino como una margarita que según palabras del Padre Juan Pablo Cattoggio en su homilía de la Sta. Misa de exequias, fue trasplantada del jardín de la República (Tucumán) al Jardín de María de la comunidad de las Hermanas. Ambos jardines la podemos ofrecer con gozo al Padre como fruto maduro que nos llena de orgullo y de esperanza

El P. Horacio Sosa: No te olvides, Schoenstatt, que tu padre fue profeta

Y se llega al P. Horacio Sosa. Su muerte fue inesperada y llenó de dolor a toda la familia de Schoenstatt en Argentina y más allá.

Cada uno tiene una vivencia personal sobre este Padre que supo cobijar, encaminar y por sobre todo amar.

Mi recuerdo más cercano de él fue el de su último viaje a Tucumán, hace muy poco tiempo. Como tenía un carácter muy jovial le dije: «Padre, está más delgado y se parece más al P. Kentenich». Sonrió y me contestó «Rece por mí».

Seguimos conversando hasta que comenzó la Santa Misa.

Fue mi último encuentro con él y agradezco a Dios y a la Mater poder haber podido compartir esos momentos. Su sonrisa permanente quedó grabada en mi corazón y seguramente seguirá sonriendo en el cielo.

Dejó una misión a cumplir: No te olvides familia, que tu padre fue profeta. No te olvides, Sión, que tu padre fue profeta. No te olvides Instituto, federación, liga, Campaña, que tu padre fue profeta.

Hijos de un Dios de la Vida

Me pareció oportuno agregar la carta de los Responsables Diocesanos de la familia schoenstattiana de Tucumán: Claudia y Rainer Wittich, al respecto:

«Queridos hermanos en la Alianza: Ayer en la hora de la oración, hicimos nuestro homenaje a las tres hermosas vidas que regresaron al Schönstatt eterno. Luego de estos días signados por las lágrimas por la partida de los seres queridos, podemos mirar al cielo con la alegría de saber que ya gozan de la presencia de Dios y su Amor.
Se fueron entre el 18 y el 20, amparados en la Luz Divina y en la Confianza Divina.
Mirando en nuestros corazones y en el querer de Dios, parece que El quiso mostrarnos a través de ellos la vivencia y la actualidad de las Gracias del Santuario:
La Hna. Margarita ha encarnado la Gracia del cobijamiento con su entrega diaria a aliviar el sufrimiento del enfermo.
El Padre Horacio nos ha mostrado la Gracia de la transformación del corazón difundiendo con tanta sabiduría y claridad la Pedagogía del Padre Fundador, enseñándonos a educar el corazón para volverlo dócil a la voluntad del Padre y hacerlo un hogar más acogedor para la Gracia.
Y el Padre Hernán, nos ha llamado permanentemente a la misión de Schönstatt y de la Iglesia, a la nueva evangelización que hará realidad la Iglesia de las Nuevas Playas.
Aún en el momento de la muerte nos han invitado a sumergirnos en la fuente de la vida, en el terruño de Schönstat donde María nos muestra a quien es el «camino, la verdad y la vida»
Por eso podemos decir: ¡La muerte no nos vence! Porque somos hijos de un Dios de Vida.
Y cuando los nuestros mueren , -desde José Engling en adelante- lo hacen como semillas: para volver al seno de donde vinieron y para dar nueva vida.
En esta confianza de «niños ante Dios», recibamos esta Nochebuena al Niño Jesús que nos trae el Amor del Padre y la seguridad que El cumple sus promesas y nos espera en Casa a la cual todos estamos invitados.
Unidos en la Fuerza de la Alianza.
Rainer y Claudia Wittich»

Fuente: http://www.schoenstatt.de

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